Está de moda ser “optimista” pero sabemos realmente qué es. Ser optimista no es:
– Eludir nuestra responsabilidad, ser optimista no es siempre culpar a otro, sino que implicaría responsabilidad personal. Es decir, aprender a saber si somos o no responsables en una situación determinada, esto implica también saber diferenciar cuando una situación o consecuencia escapa a nuestro control y no culparnos por ello.
– “Todo es genial”, “el mundo es maravilloso”, “yo soy perfecto”, esto no es ser optimista es no ser realista. Para trabajar el optimismo tenemos que empezar a discernir qué cosas están en nuestra mano cambiar y cuáles no. Así cómo ver nuestras equivocaciones y aciertos.
Repetirnos pensamientos positivos o de ánimo no tiene ningún fundamento de que mejoren la situación y nuestra forma de pensar, si no son ciertos.
La cuestión está en que personas pesimistas que creen que sus problemas no son modificables y durarán siempre, no buscarán soluciones.
Merece la pena aprender a ser optimistas y enseñar a nuestros hijos esta forma de pensar. Si estáis interesados es recomendable acudáis a un profesional que os pueda enseñar técnicas para conseguir ser más optimistas, si hacemos caso a revistas y recomendaciones sin estudios científicos que avalen su efectividad es muy probable que no nos sirva para nada y terminemos creyendo que eso del “optimismo” es una utopía.
Aprendamos a ser optimistas realmente y dejemos el “hiperoptimismo” y “optimismo vacío”.
Próximamente desde Gaia Psicología estrenaremos un taller “Cómo enseñar a nuestros hijos/as a ser más optimistas” Guardar y salir